¿Día de todos los santos o hellowen?
Me preguntaba hace un rato: todos (en el promedio de los que trabajamos en sectores que nos obligan tener estos aparatos o bien por gusto) tenemos una área de trabajo, nuestra computadora, un monitor, mouse, accesorios, silla o sillón, y otras cosas más que nos hacen sentir que ese lugar es nuestro y de nadie más, que nadie tiene por qué venir a cambiar nuestros archivos, ensuciar el teclado, mover el monitor o pegarle una calcomanía de un personaje ridículo: por ese lugar y ese grupo de objetos sentimos arraigo y nos identificamos, lo queremos y cuidamos.
Vamos más allá: nuestra casa, de igual forma la queremos, nuestra sala, el área para las fiestas, el refri con la dotación de chelas siempre ordenadas y contadas, nuestra recámara, nuestra cama, el equipo de sonido, el dvd y la colección de cds de todos los gustos. Por todo ésto sentimos arráigo, igualmente la cuidamos, defendemos y hay quienes incluso matan por defender ese pedazo de tierra, grande o pequeña, esa casa nueva o vieja.
En suma, por algo sentimos arraigo y eso nos hace tener las acciones más nobles que pueda generar un ser humano.
Por el contrario, cuando no se siente arraigo por algo, el ser humano puede cometer grandes atropellos, acciones ruines, denigrantes, por el hecho de que la falta de arraigo e identidad sobre algo lleva un sentimiento de egoísmo, mesquindad y egocentrismo.
Ahora entonces, la pregunta que tendríamos que hacernos en ésta fecha es: ¿si nos sentimos identificados con la celebración de día de muertos o con el hellowen o alguna otra diferente a la que es representativa del lugar de donde nacimos? - a final de cuentas no podemos negar el origen o de lo contrario terminamos por perder la brújula-.
Alguien decía que podemos sentirnos cuidadanos de una comunidad global, pero nuestras acciones necesariamente son regionales.
Las festividades e incluso los desastres generan cohesión social, nos inclinamos hacia un lado forzosamente y ahí es hacia donde trabajamos: una de las preguntas que surgen sería para saber ¿por qué nos inclinamos hacia un lado u otro?, ¿qué perdemos y qué ganamos?, ¿cuál es la intención o si hay alguien que nos indice hacia X,Y o Z?, entre otras.
Me llama la atención por el momento, qué perdemos. Cuántos de nosotros oriundos de alguna población o colonia, vemos como nuevos vecinos (no todos, aclaro) llegan a generar problemas como delincuencia, tiran basura, se estacionan donde no deben, tiene perros que afectan a la gente, no cuidan las áreas verdes y etc., ¿por qué?, pues porque simplemente no sienten arraigo por esa tierra, no se identifican y entonces no le dan importancia.
Una persona sin identidad sobre un origen tiende a generar daños.
Si me preguntan si quiero tener vecinos con esas características, les diré que definitivamente que NO.
La festividad de muertos, ésta época y los símbolos representativos nos cohesionan como comunidad, como país y nos hace jalar en un mismo sentido, retomar el camino perdido y crecer.
Lo contrario, adoptar como de otras culturas, deformar los propios o mezclarlos en marco de gran ignorancia, y peor aún, renegando sus orígenes y haciendo mofa, es algo que no puede catalogarse por menos de ruin y bajo.
En éste caso, más allá de otros sectores de las actividades sociales y económicas,
Y a todo esto:
¿Cómo nos afecta como periodistas?
La respuesta es simple y la comenté al inicio: alguien que no siente arraigo o identidad sobre alguien o algo no lo va a cuidar, y por el contrario, es más probable que le genere daños.
Así los periodistas, si no sienten identidad con algo, no van a mover un dedo para remediar los problemas en cuestión y por el contrario, vemos que los daños son muchos y de gran magnitud, pues la actividad periodística tiene impactos que pocas veces conocemos, pero que en la generalidad los podemos apreciar por el nivel de desarrollo, más allá de lo que pueda hacer el sector oficial, la prensa tiene mucho que ver en el estatus que como país tenemos.
El periodista, a final de cuentas humano, tiene que sentir esa identidad y actuar en consecuencia.
Negar que se tiene identidad sobre algo es prácticamente imposible.
Muchos dirán entonces que prefieren tal o cual tendencia, bien, no hay problema, si esa es su decisión está bien, para eso es la libertad: sin embargo, habría que hacernos la pregunta sobre qué lleva al individuo X a tomar la X decisión.
Algunos hablan de las nuevas formas de colonización que surgieron tras el fin de las grandes guerras del siglo XX, que ya no eran con las armas, sino con el dominio de los gobernantes y las población; pero, ¿cómo lo hacían?.
Yo diría que lo hicieron y lo siguen haciendo mediante el colonialismo cultural, ese neocolonialismo salvaje que convierte a los integrantes de los pueblos en sujetos inertes a merced de las ordenes que se les dicte mediante figuras “amigables” (digamos el hellowen, por ejemplo).
Come, bebe, vístete así, acude a tal lugar y siente como el tipo que tienes enfrente al televisió –si, claro, pero región 8-. A final de cuentas los dueños del capital quieren consumidores cautivos que no protesten y que trabajen para que les compren sus mismos productos en un círculo vicioso que se repite con cada generación, año con año, día con día, a cada instante.
Espera, termina de leer, ya se que te vas al “hellowen” al que te invitaron a presumir tu traje de vampiro o bruja, a tomarte unas chelas X, en tu carro X, calzando tus zapatos X, camisa X y todo el ajuar X, hay que estar a la moda y “cool” como nos lo manda la mercadotecnia.
Al fin, ¿quién se quiere parecer a esos “indios”?
En lo personal, me considero un ciudadano global, con influencias de muchos partes, amistades de colores e ideas distintos, con ánimos de seguir recorriendo el mundo y etc., pero al final sé que tengo un origen, gente con la que me identifico… pertenencia.
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